Un cuento de Luís María Pescetti (Argentina,1958):
No lo abras hasta llegar a casa
Arranco una hoja en blanco. En la parte superior, dibujo una estrella de cinco o seis puntas desparejadas. En la parte inferior, trazo una línea y ese será el horizonte.
La primera estrella, en verdad, es el planeta Venus. Espero unos minutos y en la parte de arriba, a la izquierda, dibujo otra estrella. Al rato otra más, debajo de Venus. Espero un momento y dibujo tres estrellas seguidas, cerca del horizonte. Al rato, hago una estrella más y, un instante después, dibujo cinco de un solo trazo.
Inmediatamente, el fondo de la hoja vibra y comienza a teñirse de azul. Hago una serie de puntos derramados, que serán el corazón de la Vía Láctea. El azul ya brilla intensamente y la Tierra, que está debajo del horizonte, tiende a oscurecer.
Doblo el papel y escribo:”Para ti”. Y firmo.
Te lo hago llegar y, si me haces caso, si sólo lo abres en tu cuarto a puerta cerrada, el brillo azul inundará tu habitación en cuanto comiences a desdoblar la hoja, las estrellas tomarán sus posiciones en el techo, en el mismo orden en el que las dibujé ese atardecer.
Quedarás rodeada de azul y podrás repetir esta magia muchas veces, hasta que se gaste la tinta, o mi amor o tu amor cambien. O no cambien nunca. Doblas la hoja y se guarda…abres la hoja y te cuenta…
No lo abras hasta llegar a casa
Arranco una hoja en blanco. En la parte superior, dibujo una estrella de cinco o seis puntas desparejadas. En la parte inferior, trazo una línea y ese será el horizonte.
La primera estrella, en verdad, es el planeta Venus. Espero unos minutos y en la parte de arriba, a la izquierda, dibujo otra estrella. Al rato otra más, debajo de Venus. Espero un momento y dibujo tres estrellas seguidas, cerca del horizonte. Al rato, hago una estrella más y, un instante después, dibujo cinco de un solo trazo.
Inmediatamente, el fondo de la hoja vibra y comienza a teñirse de azul. Hago una serie de puntos derramados, que serán el corazón de la Vía Láctea. El azul ya brilla intensamente y la Tierra, que está debajo del horizonte, tiende a oscurecer.
Doblo el papel y escribo:”Para ti”. Y firmo.
Te lo hago llegar y, si me haces caso, si sólo lo abres en tu cuarto a puerta cerrada, el brillo azul inundará tu habitación en cuanto comiences a desdoblar la hoja, las estrellas tomarán sus posiciones en el techo, en el mismo orden en el que las dibujé ese atardecer.
Quedarás rodeada de azul y podrás repetir esta magia muchas veces, hasta que se gaste la tinta, o mi amor o tu amor cambien. O no cambien nunca. Doblas la hoja y se guarda…abres la hoja y te cuenta…
En el techo de mi habitación, oscuridad... estrellas apagadas...magia inexistente...tinta gastada...amor intangible...abro la hoja, pero no me habla...¿existe la magia?...
Bello cuento, yo creo que sí existe la magia: vivir ya es bastante mágico.
ResponderEliminarBESOS
Sí, la magia existe....y tú con este cuento contribuyes un poco más a ello.
ResponderEliminarPrecioso relato!
Besitos y buen fin de semana
La magia existe si, sólo se necesita cerrar los ojos y sentirla.
ResponderEliminarSimplemente el amor es magia.
Hermoso ! los escritores son magicos.
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